lunes, 26 de marzo de 2012

CARTA A LOS GÁLATAS. CONTENIDO DE LA CARTA.

 La carta a los Gálatas contiene una violenta reivindicación del apostolado de Pablo y de su doctrina, seguida de una reafirmación del evangelio como contradistinto de la Ley y de la espiritualidad legalista.

           Desde la primera frase afirma categóricamente su calidad de apóstol (1,1) y en la introducción constata indignado el cambio operado en los gálatas: han vuelto la espalda al único evangelio. Para Pablo, sostener la necesidad de las observancias no es una interpretación posible del evangelio del Mesías, sino una negación (1,6).

           En la primera parte (1,11-2,21) muestra Pablo la genuinidad de su vocación de apóstol, que no fue fruto de catequesis ni de enseñanza, sino de una intervención de Dios en su vida cuando estaba en el ápice de su saña contra los cristianos (1,11-16; Hch 9,1-9; 22,6-11; 26,12-18).

           En la segunda (3,1-4,7) explica el contenido esencial del evangelio: que la rehabilitación del hombre ante Dios se alcanza por la entrega personal a Cristo que es la fe, no por la obediencia a un código. Apela a la propia experiencia de los gálatas (3,2-6) y expone el principio a partir del Antiguo Testamento, cuyo centro no es la Ley, sino la promesa hecha a Abrahán (3,7-14); la Ley fue un expediente transitorio (3,15-19a) y su carácter divino era relativo (3,19b-20). Con la fe, llega el hombre a la mayoría de edad, libre de la opresión de la Ley, para responder a Dios espontáneamente, como un hijo (3,21-4,7). La etapa de la Ley era infantil y, en el fondo, una esclavitud a los determinismos del mundo (4,3).

          La tercera parte (4,8-20) declara la preocupación por la situación en Galacia, y la obra insidiosa de sus detractores.

          En la cuarta (4,21-6,10) prueba por la Escritura la libertad a que Dios llama al hombre y que Cristo hace posible (4,21-5,1), mostrando la incompatibilidad radical entre la libertad cristiana y la observancia legalista enseñando el modo de usar esa libertad bajo la guía del Espíritu de Dios (5,2-6,10).

          En la posdata denuncia Pablo la "hipocresía oficial" de los que exigen la profesión pública de unos principios que aseguren la patente de ortodoxia, pero que en realidad nadie observa (6,12-13), y pone su orgullo en la ruptura sin compromisos con la maldad del mundo y con la opresión de la Ley, ruptura simbolizada por la Cruz de Cristo (6,14-15; 1,4).

         Es la única carta de Pablo que no comienza por una bendición o acción de gracias a Dios (Rom 1,8-10; 1 Cor 4,9; 2 Cor 1,3-7;Fp 1,3-11; Col 1,3-8; 1 Tes 1,2-10; Flm 4-7), hecho revelador de la indignación que sentía.

         La carta a los Gálatas es el manifiesto de la libertad cristiana, de ahí su importancia para toda época. Pablo enseña que el crecimiento personal al que Dios llama al hombre no se obtiene por la fidelidad meticulosa a un código de leyes o reglas, sino por el uso responsable de la libertad. La Ley, social por naturaleza, no tiene en cuenta lo peculiar de cada individuo ni lo estimula a desarrollarlo; regimenta al hombre, lo masifica. La relación creadora del hombre no se establece con un código, sino con Cristo, presente en lo profundo del ser (2,20).

          Pablo reduce la Ley, siempre impersonal, a un caso particular del influjo de las leyes ciegas o determinismos de la naturaleza (4,3), incapaces de llevar al hombre a su plenitud (4,9;Col 2,8.18).

          Su doctrina de la de la libertad responsable, fruto del Espíritu. La libertad de toda coacción, de toda atadura de preceptos, la obtuvo Jesús para el hombre (5,1); la responsabilidad (en lenguaje teológico, amor a sí mismo y a los demás; 5,14) se identifica con el interés activo por la libertad y el crecimiento humano y cristiano propio y del prójimo. Ésta es la norma y la guía de la libertad (5,12); no es un código escrito, sino el diálogo con el Espíritu de Dios: la iniciativa, la creatividad propias del amor fraterno son opuestas a la uniformidad y extrinsecismo de la Ley (5,18); y cualquier ley pierde su validez si sofoca la conducta guiada por el Espíritu (5,23). La Ley es negativa, pretende evitar errores; pero producir vida no es equivalente de evitar la muerte, y es privilegio del Espíritu de Dios.

         El mensaje de la carta es perenne: también la fe cristiana está siempre en peligro de reducirse a una religiosidad segura y esclavizada, cercada de leyes y observancias que impiden la atención a la llamada del Espíritu (5,25).        

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