viernes, 23 de marzo de 2012

CARTA A LOS GÁLATAS. INTRODUCCIÓN. OCASIÓN DE LA CARTA.

               Después de su tercer viaje misionero (Hch 18,23), encontrándose Pablo en Éfeso (Hch 19,10) es cuando, con toda probabilidad, tiene noticias de una ofensiva personal contra él y su doctrina en las comunidades de Galacia del norte. Algunos judeocreyentes provenientes de Jerusalén, o que, al menos, seguían las tendencias de ciertos círculos jerosolimitanos (Hch 15,1), querían imponer a los gálatas la circuncisión y la observancia de la Ley mosaica como requisito para salvarse. Para ello denigraban a Pablo, negándole el título de apóstol por no pertenecer al grupo de los Doce, y aseverando que la doctrina sobre la caducidad de la Ley era invención suya y no correspondía a lo que se pensaba en los altos círculos de Jerusalén.

             Para impugnar la doctrina de Pablo usaban el Antiguo Testamento interpretado al modo fariseo, insistiendo sobre el origen divino de la Ley (3,19-20) y considerando a ésta condición para beneficiar de la promesa hecha a Abrahán (3,15-20). Estimaban además que la enseñanza de Pablo sobre la abolición de la Ley era una concesión al gusto de los hombres (1,10) y llevaba inexorablemente al inmoralismo (5,13-14). Por otra parte, afirmaban que, después de todo, Pablo mismo predicaba la circuncisión (5,11), aludiendo quizá a la de Timoteo (Hch 16,3), siendo así que Pablo, en contra de lo que se achacaba (Hch 21,21), no se oponía a que los judíos siguieran con sus costumbres, con tal de que no se impusieran a los paganos ni se considerasen como necesarias (5,6).

             La fecha del escrito ha de colocarse, pues, entre los años 54 y 57, más probablemente al final de este período, dada su afinidad con la carta a los Romanos, escrita el año 57-58. Nadie duda de su autenticidad.

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