martes, 27 de marzo de 2012

CARTA A LOS GÁLATAS. EL HOMBRE, MAYOR DE EDAD. 4,1-7.

           1Quiero decir: mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, pues, aunque es dueño de todo, 2lo tienen bajo tutores y curadores, hasta la fecha fijada por su padre. 3Igual nosotros, cuando éramos menores estábamos esclavizados por lo elemental del mundo.
                 4Pero cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la Ley, 5para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que recibiéramos la condición de hijos. 6Y la prueba de que sois hijos, es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba! ¡Padre! 7De modo que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo eres también heredero, por obra de Dios.

EXPLICACIÓN.

1-7         Vuelve Pablo a la idea de la Ley-niñera, explicando que correspondía a un estadio infantil de la humanidad (1-2). Lo elemental del mundo (3), lit. "los elementos/rudimentos del mundo" (cf. 4,9; Col 2,8.20), significan para Pablo los determinismos que programan la vida del hombre y restringen o anulan su libertad, lo mismo la Ley judía que las leyes cósmicas (el destino escrito en los astros, cf. Col 2,20).

             La obra de Dios, realizada por Jesús, ha consistido precisamente en liberar al hombre de su condición infantil y darle el estado de hijo adulto; en el derecho helenístico, era el padre quien determinaba el momento de la mayoría de edad del hijo. Llegada ésta, el adulto no necesita códigos que guíen su conducta (4-5). El agente de la nueva condición es el Espíritu, la comunicación de la vida de Dios mismo, que así se manifiesta como Padre. Abba, expresión de intimidad con Dios en la nueva relación de hijos (6-7).

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